En las orillas del
rio Piura muy cerca del distrito de Chulucanas, se localiza el cerro Vicus,
montículo rocoso ubicado en la Hacienda de Pabur, que da nombre a una de las
notables culturas residentes entre las regiones de Piura y Tumbes, desde hace
900 años antes de Cristo. Comunidades humanas se desarrollaron en esta zona que
dio origen a la cultura Vicus.
Vicus es un cultura
del antiguo Perú con cede administrativa en el cerro del mismo nombre y que
sirvió de enlace con otras poblaciones andinas norteñas, con una historia
desarrollada en tres etapas. Un inicio con influencia de la cultura Chavín, una
segunda de desarrollo regional y la tercera
influenciada por los Mochicas.
Sin embargo hay
estudios de los arqueólogos norteamericanos Meggers y Clifford, quienes
sostienen la hipótesis de un posible origen ecuatoriano de los Vicús, por el
solo hecho de ser vecinos de la cultura Valdivia. Los vicús fueron conocedores de la aleación
de metales para la preparación de herramientas de labranza y joyas, en las que
se usaban, el oro, la plata y el cobre. Como muestras se
han encontrado, pendientes de oro, aretes de plata, coronas y porras de cobre.
Generalmente en la
sociedad de los Vicús eran los hombres los que lucían joyas y elegantes
vestidos, mientras que las mujeres de la nobleza solo usaban ropa muy simple,
costumbre que demuestra la característica machista de dicha sociedad.
Lo más importante es
que esta cultura ha dejado huellas de su arte en la cerámica, muy similar a las
etapas iníciales de la cultura sureña de Paracas y la manifestación tardía de
Chavín. Importante también es el desarrollo agrícola de la sociedad Vicús, que
fue la base económica de sus comunidades. Sus sistemas de regadío fueron muy
avanzados y se convirtieron en el instrumento de control y explotación social,
mediante el recorrido de guerreros de la nobleza que hacían cumplir los
mandatos de la clase dominante.
Otras de las
características de la cultura Vicús son los pozos funerarios con una antigüedad
de 1,400 años que consisten en tumbas verticales circulares, con una
profundidad variable entre 5 y 14 metros y un diámetro de 75 centímetros. Al
fondo de estos pozos funerarios existe un ensanchamiento donde se ubican joyas,
cerámica y otros objetos, como ofrenda al fallecido. La tumba tiene la forma de una bota y el
cadáver convertido en polvo se colocaba al fondo junto con las ofrendas para
luego cubrir de arena el área cilíndrica de la misma.
En las tumbas de la
cultura Vicús no han encontrado cadáveres. Se encuentran una especie de bolsa
alargada con un polvo marrón oscuro, sin restos óseos, en algunos casos solo
piezas dentales. Los estudios indican la posibilidad que esta sociedad cremaba
los cadáveres de sus difuntos, para colocarlos en sus tumbas envueltos en
telas.
En la cerámica los
Vicús han dejado su estilo en piezas con influencia de la cultura Moche y su
propia característica. En el llamado estilo Vicús Moche, donde destaca la
escultura antropomorfa, se notan sus creencias y costumbres, sobre todo en sus
representaciones de los animales, cóndor, murciélagos, sapos, serpientes y aves
ornamentales. En la cerámica de autentico estilo Vicús no se nota un fino
acabado, sin dejar de mostrar bellos ejemplares en los famosos huacos
silbadores, representando sonidos de serpientes, canto de pájaros y chillidos
de los monos.
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