Artistas criollos
también tienen todas las sangres de nuestra raza
Según
los cronistas entre los años 1,830 y 1,850, el vals de Viena llego a nuestros
barrios populares de Lima y allí es
donde se hizo vals criollo. En esos
tiempos los mestizos volcaron sus penas y sus alegrías, logrando con sus ideas
melódicas, originales acordes y letras sentimentales, un arraigo profundamente
popular.
Fueron tiempos donde el recordado Karamanduca, llamado Alejandro
Ayarza, hizo escuchar por todo Lima su vals La Palizada, mientras que Sancho
Dávila, hacia lo mismo con Ídolo. Tiempos donde los músicos y cantantes, no
recibían un centavo por su trabajo, solo recibían de premio una sonrisa y la
presa más grande de la comida.
Es importante que recordemos el nacimiento de
nuestra música criolla. Este movimiento musical se inicio en las primeras
décadas del siglo XX, donde los cantantes de entonces, en medio de un gran
trajín artístico buscaban su difusión.
Se cuenta que un bohemio y popular solista de aquellos tiempos, de nombre
Francisco Ferreyros, cantaba a voz en cuello los temas; Luis Pardo, Celajes,
China Hereje, Ídolo y otras canciones por la tradicional Alameda de los
Descalzos.
El público fervoroso escuchaba aquellas canciones y
otras que se interpretaban en retretas y teatros. Aquella popularidad del nuevo
cancionero nacional, marco la posibilidad que un dúo de intérpretes de bajo el
puente, Eduardo Montes y Cesar Manrique, tuvieran la oportunidad de viajar a
los EE UU, llevados por una de las primeras disqueras. Montes y Manrique en el
año 1920, grabaron en los antiguos discos de 78 revoluciones, cerca de 200
temas, llamados de la guardia vieja. Estos temas generalmente de autores
anónimos obtuvieron una tremenda popularidad, muchos de ellos ya se cantaban en
las jaranas y serenatas de los barrios limeños y proclamaron al dúo como los
máximos cultores del criollismo.
En algunas oportunidades nos comentaban Filomeno
Ormeño y Alcides Carreño, el pasado triunfal de nuestro cancionero criollo,
dedicado al amor, a la traición y a muchos otros motivos. Don Filomeno, uno de
los más grandes pianistas y compositor de la historia musical criolla,
comentaba su trayectoria con otro gran pianista, Don Lucho de la Cuba,
recordando la inspirada calidad de las grandes voces y las composiciones de
esos momentos, además de recordar el hecho de haber sido el primero en grabar
una versión del Carnaval de Lima en el año 1928. Don Alcides nos hablaba de su
hermosa tierra norteña de Ascope, como cuna inspiradora de sus canciones y su
aprecio por los artistas que nacían para el criollismo entre los años 1930.
En aquellos años surgen grandes cultores de nuestro
cancionero, entre ellos nuestros recordados integrantes de La Limeñita y Ascoy,
notable dúo con un repertorio pleno de sentimiento y su hermosa selección de su
repertorio a base de canciones de la guardia vieja. Surgieron muchos cantantes
que forjaban su talento en los barrios populares, como Barrios Altos, Rímac y
La Victoria. Junto con los intérpretes también surgían grandes compositores
como Felipe Pinglo Alva. Entre las intérpretes recordamos a las hermanas
Graciela y Noemí Polo, como Las Limeñitas, a Jorge Costa y Ángel Monteverde,
dúo Costa y Monteverde y Los Hermanos Gobea.
En la década de 1940 aparecen otros conjuntos
criollos, estimulados por las grabaciones que ya se realizaban en Argentina. En
esta década brillaron Los Chalanes del Perú y Los Trovadores del Perú, quienes
fueron los primeros conjuntos peruanos en ser aclamados también en el
extranjero. Igualmente surgió el
admirado dúo Los Morochucos, formado
por Augusto Ego Aguirre y Luis Sifuentes.
A lo largo de la historia, muchos conjuntos de
música criolla han sido y son admirados, pero sólo dos de ellos fueron
proclamados ídolos del pueblo; Los Embajadores Criollos y Los Troveros
Criollos. El primero de ellos integrado por Rómulo Varillas, Carlos Correa y
Alejandro Rodríguez, con temas de gran sentimentalismo. Mientras que el segundo
es el renombrado duo Los Troveros Criollos, el Carreta Jorge Pérez y Luis
Garland, quienes se identificaron con
un mensaje alegre y optimista.
En la historia de música
criolla resaltan innumerables valores de nuestra canción, siendo importantes el
dúo Los Hermanos Dávalos, arequipeños que lograron brillantes éxitos en todas
nuestras regiones y el exterior. Ellos y muchos otros forman parte de una época
dorada para el cancionero criollo, entre otros el Trío Los Chamas, Irma y
Oswaldo, Los Romanceros Criollos, Los Mochicas y otros que se merecen toda la
admiración de quienes recordamos la canción criolla todas las horas de nuestras
vidas.
Son importantes también
las voces de cantantes solistas que se arriesgaron a la difusión de nuestros
cantares costeños. Las llamadas máximas estrellas de lo nuestro, María Jesús
Vásquez, Eloísa Angulo, Alicia Lizárraga, Esther Granados, Delia Vallejos y
Lucha Reyes. También es destacable el trabajo musical de Carmencita Lara,
Maritza Rodríguez, María Obregón, Cecilia Bracamonte, Lucila Campos, Edith
Barr, Lucia de la Cruz y muchas otras que se mantienen en actividad.
Muchos intérpretes
quedan sin recordar en esta presente nota. Sin embargo ellos están en la
memoria de todas las multitudes que festejan sus acontecimientos con valses,
polkas, marineras, tonderos y todos los ritmos criollos que el paso de su
calidad humana nos deja en su repertorio.
Nosotros los recordamos
siempre, no solo en el llamado día de la canción criolla, un 31 de Octubre de
todos los años, que esperamos se festeje todo es resto de los días del año.
Todos son cultores de un canto que está identificado con todas las sangres de
la cultura popular peruana.
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